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jueves, 7 de marzo de 2013

DOCUMENTOS DEL SIMPOSIUM "LA ENERGIA EN PERSPECTIVA - Caracas / Mayo de 1991

Pese a que fueron elaborados hace un par de décadas, buena parte de lo allí escrito continúa vigente.
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COMENTARIOS DE APERTURA César Quintini Rosales

REFLEXIONES SOBRE POLITICA ENERGETICA Y PETROLERA - Hugo Pérez La Salvia
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 COMENTARIOS DE APERTURA
Con la realización del Simposio La Energía en Perspectiva hemos entrado en la etapa de mayor intensidad, de un proceso que comenzó hace aproximadamente un año, cuando en un recinto cercano al que ahora nos cobija, realizamos las Primeras Jornadas de Reflexión de la Asociación M.I.T. de Venezuela, Allí surgió la idea de examinar algunas de las múltiples facetas de la cuestión energética,

Gracias a la receptividad y colaboración de quienes discurrirán en las próximas horas, al esfuerzo y dedicación de quienes nos han acompañado en el Comité Organizador del Simposio, al apoyo de nuestros colegas y al respaldo de las instituciones y personas que han hecho posible que hoy nos encontremos reunidos, lo que fue una inquietud se ha traducido en el simposio en que hoy participamos.

El proceso no culmina hoy, debemos continuarlo. Ahora nos reunimos para escuchar puntos de vista y compartir experiencias de destacados colegas, que han desempeñado o están desempeñando importantes funciones dentro del Sector Energético. Posteriormente nos toca analizar lo expuesto y pronunciarnos.

Siendo la energía asunto fundamental para la sociedad contemporánea y vital para nuestro país, no es de extrañar que cada uno de nosotros posea su modelo particular acerca de la manera de aprovechar óptimamente los múltiples recursos energéticos con que nos ha favorecido el Creador. Así lo evidencia la actuación de muchos de nuestros compatriotas, cuando les ha tocado estar al frente de organismos rectores del Sector. No sería pues realista, pretender que en el transcurso de unas cuarenta horas, podamos producir una serie de conclusiones que permitan proponer cambios de significación, conducentes al establecimiento de una Política Energética Integral, dinámica, comprendida, compartida y permanente.

Aún dentro del seno de nuestra Asociación, la heterogeneidad de enfoques y criterios sobre el tema energético es notable. Tiene que ser así. Pese a que la mayoría de quienes la integramos hemos recibido una formación técnico-científica parecida, tenemos una gama generacional que incluye promociones que van desde 1926 hasta 1990 y nuestros colegas, aunque son pocos los que han escogido el camino del activismo político, han estado o están presentes en movimientos que se consideran formas avanzadas de socialismo, participan en el movimiento neo-liberal que está de moda, o sostienen puntos de vista que algunos podrían calificar de conservadores. La mayoría, sin embargo, ha preferido mantenerse al margen de la arena político-partidista, mas no por ello han dejado de asumir responsabilidades públicas, y -nuevamente- a lo largo de sus actuaciones, se ha reflejado una variada gama de enfoques ideológicos. No es fácil, lograr una convergencia de ideas dentro del contexto energético, de allí la importancia de no precipitar los procesos. Deseamos conocer criterios y compartir experiencias, no pretendemos, ni deseamos, llegar ahora a conclusiones prematuras.

Estamos conscientes de que el tema que hemos tenido la osadía de pretender analizar, requiere de una amplísima participación y de una profunda reflexión sobre cada uno de sus aspectos. No es posible, sin embargo, dentro del limitado tiempo de que disponemos, satisfacer estos requerimientos como lo desearíamos, esta circunstancia nos obliga a desempeñarnos dentro de un marco de estrictas reglas que les rogamos comprender y respetar, a objeto de poder ejercer un control efectivo en la dinámica del evento. Es por eso que hemos adoptado el mecanismo de preguntas y comentarios escritos en la primera fase del evento. No obstante, hemos tomado las previsiones del caso, para que aquellos quienes deseen expresar sus puntos de vista, puedan hacerlo en las sesiones programadas para la parte final.

Pese a su complejidad, el Sistema Energético Mundial es uno solo y el Sistema Energético Venezolano, parte integral del primero, es también único. Un análisis relativamente simple nos puede conducir a entender esta unidad sistémica, no obstante, la tendencia es hacia los enfoques parciales de cada sub-sector.

En las múltiples conversaciones en que nos hemos visto involucrados en el proceso promocional de este simposio, la tendencia ha sido a centrar la atención en los asuntos petroleros. Ello no ha de extrañarnos, la inmensa cantidad de recursos de gas y petróleo con que hemos sido favorecidos y la inmensa dependencia de su explotación y exportación a que nos hemos acostumbrado, hace que la palabra petróleo sea sinónimo de energía en el argot venezolano.

Pero la cuestión energética va más allá del petróleo, el gas, el carbón y la electricidad, involucra también al transporte, las industrias de proceso y de manufactura y desde luego el comercio y los hogares.

Tomemos por ejemplo el transporte, cuyo progresivo encarecimiento fue la chispa que ocasionó la más violenta explosión social que hemos vivido en Venezuela durante el presente siglo. Hemos sido extremadamente tímidos en la aplicación de precios realistas a la venta de combustibles para el transporte, pero al mismo tiempo seguimos obligando a la población a subsidiar industrias cuya eficiencia y competitividad todos conocemos y cuyos costos de producción son los que mas contribuyen al encarecimiento del transporte. No parece existir claridad, ni consistencia alguna, en la identificación de alternativas de transporte, que racionalicen el consumo energético y disminuyan el costo a los usuarios.

Limitaciones de tiempo nos impidieron incluir en nuestra agenda la consideración del transporte dentro del marco energético, pero no debemos olvidar que cada barril de productos que ahorremos internamente, es un barril que podemos exportar sin necesidad de mayores inversiones. Paradójicamente, a los precios actuales, el estado venezolano percibe menos ingresos reales por la venta de combustibles al mercado interno, que los que percibía hace diez años.

Aludimos al problema del transporte para insistir en el hecho, que la cuestión energética desborda la competencia de los entes responsables de la producción de energía, que el uso racional de la misma esta bajo la influencia de la Política de Transporte, de la Política Industrial y de la Política Tecnológica y que esta última tendría la responsabilidad de fijar el marco global.

Estamos en pleno debate sobre la conveniencia y forma de otorgar mayor participación al sector privado nacional y transnacional, dentro del negocio energético venezolano. La experiencia ya centenaria de Venezuela en el negocio energético, está preñada de ejemplos que demuestran, que no es la propiedad de las acciones, la que determina la excelencia de la gestión en las empresas del Sector Energético.

A fines del siglo pasado fue la iniciativa privada nacional la que introdujo a Venezuela en la era moderna de la energía. En 1878 se estableció en el Táchira la primera empresa petrolera y diez años mas tarde surgió en Maracaibo la primera empresa eléctrica, ambas promovidas por capital venezolano. Mas tarde la magnitud de las inversiones y -en el caso del petróleo- también la complejidad del mercado, hicieron necesaria la presencia determinante de empresas transnacionales en nuestro negocio energético. La prosperidad que alcanzó el estado venezolano a consecuencia de la renta petrolera, le permitió jugar un papel cada vez más preponderante en el negocio energético.

Las limitaciones del sector privado para satisfacer las exigencias de la creciente demanda eléctrica en la mayoría de las regiones del país, hizo que a partir de 1946, la Corporación Venezolana de Fomento interviniese en la creación de numerosas empresas eléctricas y en la adquisición de otras, a objeto de modernizar el servicio eléctrico en todas las regiones pobladas de Venezuela, estos esfuerzos iniciales sirvieron de base para la creación de CADAFE en 1958.

El desarrollo del Río Caroní, ha sido hasta el momento un esfuerzo exclusivamente estatal, que se inicia en 1953 con la creación de la Oficina de Estudios para la Electrificación del Caroní y se consolida con la constitución de EDELCA, como compañía anónima adscrita a la Corporación Venezolana de Guayana.

ENELVEN, la empresa eléctrica de Maracaibo se inicia como empresa privada nacional, mas tarde comienza a formar parte junto con ENELBAR de Barquisimeto, del grupo de empresas de la Canadian International Power. En 1976 el estado venezolano adquiere la mayoría de las acciones de estas dos empresas por medio del Fondo de Inversiones de Venezuela, que se convirtió también en el mayor accionista de CADAFE y EDELCA.

La Electricidad de Caracas, nació y se mantiene en manos del capital privado, llegando a adquirir en su proceso de desarrollo, las acciones de una empresa extranjera con la cual compartía la responsabilidad de servir el Valle de Caracas.

Cuando el estado venezolano vio fortalecida su posición, luego de un proceso evolutivo de numerosas décadas, se sintió capaz de nacionalizar la Industria de los Hidrocarburos y tomó un grupo de catorce empresas concesionarias, independientes y competidoras, para convertirlas en la actual Industria Petrolera, Petroquímica y Carbonífera Nacional, cuya presencia desborda las fronteras nacionales, cuyos logros tecnológicos son mundialmente reconocidos y cuyo proceso de racionalización y expansión es ejemplo que muchos otros procuran emular.

No es la propiedad de las acciones, sino la integridad e idoneidad de las personas que laboran en las empresas, lo que garantiza la excelencia y el cumplimiento de objetivos en las organizaciones. A quienes poseen el control de las acciones, corresponde la responsabilidad de seleccionar las personas calificadas para que dirijan y trabajen en las empresas. Las fórmulas para lograrlo deben adaptarse a las circunstancias de cada caso. No hay panaceas.

Las consecuencias de las desviaciones e incoherencias del pasado han resultado sumamente costosas, su efecto negativo menguado gracias al paliativo que implica la todavía abundante disponibilidad de recursos energéticos y los precios todavía aceptables que ofrece el mercado. Las desviaciones del futuro podrían resultar más dolorosas.

En el proceso de reactivación económica que hemos acometido, el Sistema Energético Venezolano, juega un papel determinante y las organizaciones que lo integran se han propuesto un programa de expansión sin precedentes. El efecto de las acciones ya iniciadas, transciende mas allá de nuestras fronteras y afectará el Sistema Energético Mundial. Nuestras expectativas son grandes. En el procesa deberemos recurrir a esfuerzos tecnológicos que superan nuestra capacidad de realización. El resultado esperado es un mayor bienestar para nuestra población, la adquisición de tecnologías que ahora no domínanos y la superación de las dificultades económicas.

Los megaproyectos son parte integral del proceso de expansión energética. En estos días los megaproyectos son motivo de grandes expectativas, de esperanzas y de cuestionamientos,

En su carácter relativo, los megaproyectos no son cosa novedosa en Venezuela. Megaproyectos fueron en su tiempo, aunque no se bautizaron como tales, las refinerías y terminales petroleros de San Lorenzo, Cabimas y Caripito. No cabe duda que cumplieron con su cometido y produjeron jugosos beneficios sobre las inversiones que allí se realizaron, pero ha sido precario el efecto permanente de desarrollo sobre las poblaciones que los circundan. Distinto ha sido el resultado de proyectos de similares características y mayor magnitud que se enclavaron en Paraguaná y Puerto La Cruz.

Es indudable el efecto a corto y mediano plazo, que sobre las cuentas nacionales ejercen los megaproyectos. No son tan evidentes los desajustes que los mismos producen, ni las discrepancias que con frecuencia ocurren entre la programación inicial de recursos y tiempo requeridos, que se emplea en la fase promocional cuando se anda en búsqueda de apoyo y aprobación y los resultados finales una vez que se han concluido las obras.

Nuestros recursos naturales son las fuentes de energía y de materias primas que sustentan y justifican los megaproyectos. Estos recursos, renovables o no, son limitados y su uso agota progresivamente las fuentes de menor costo y ello implica, que en el futuro al incrementarse la demanda nacional de energía, ésta deberá abastecerse desde fuentes cada vez mas costosas. Por otra parte, si la naturaleza de los megaproyectos agrega mayores porcentajes de verdadero valor autóctono a los recursos que les sirven de insumo, de modo que puedan compensar los costos mas elevados de las fuentes futuras de energía, cuya explotación deberá adelantarse, indudablemente que el resultado global será beneficioso.

Los recursos naturales que proporcionan los insumos básicos y los mercados que serán servidos con la producción de los megaproyectos, no han surgido de la noche a la mañana. La respuesta a estas oportunidades puede ser planificada y metódica o puede ser improvisada y dispersa. Debemos ser cuidadosos en la acción.

La puesta en marcha de la compleja maquinaria organizativa que se requiere para la ejecución simultánea de los megaproyectos, repetirá un proceso que ya vivió el país en la segunda mitad de la década de los años setenta. Todos conocemos también la evolución del proceso durante la década de los ochenta. Para que esas circunstancias no se repitan, es necesario asegurar la racionalidad de la planificación y la continuidad de la acción. Solamente la existencia de una Política Energética integral, dinamica, comprendida, compartida y respetada por todos puede garantizarnos esa continuidad de acción.

Estamos viendo felices coincidencias en cuanto al curso de acción que debemos seguir. Ya en materia de petróleo, se ha creado ahora una comisión a nivel presidencial para que asesore sobre la materia. En los próximos días es posible que se hagan conocer disposiciones de importancia que contribuyen a una mejor estructuración de las empresas de la Industria Eléctrica y regulan en servicio. Pensamos sin embargo, que aún se requiere mayor profundidad y permanencia.

Dentro de esos modelos de Venezuela que posee cada uno de nosotros, hay muchas verdades compartidas, especialmente dentro del campo de la energía, es alrededor de esas verdades compartidas que debernos trabajar intensamente, para que podamos forjar las bases de esa Política Energética Integral que muchos anhelamos.

Para alcanzar las metas que nos proponemos, debemos mantener un sentido de dirección y un esfuerzo sostenido que va mas allá de un período constitucional. Nada pudiera ser mas dañino que la ocurrencia de nuevas discontinuidades en el futuro. La necesidad de una Política Energética Integral, dinámica, comprendida, compartida y respetada se ha vuelto un elemento vital de nuestro desarrollo. La búsqueda de mecanismos para su concepción, administración y permanencia, es problema de todos. Pongamos todos nuestro grano de arena. 
Caracas, 9 de mayo de 1991.
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REFLEXIONES SOBRE POLITICA ENERGETICA Y PETROLERA
En la primera parte de mi exposición presentaré mis puntos de vista sobre algunos aspectos de política energética y de política petrolera en particular.

Luego someteré a la consideración del Seminario un proyecto de investigación cuyo objetivo es el diseño de un modelo Energético-financiero originalmente orientado hacia Latinoamérica que pienso contribuiría a una mejor planificación energética de nuestros países dentro del ideal integracionista. 

La política energética debe procurar la mayor participación posible de las fuentes energéticas renovables, no contaminantes en comparación a los derivados del petróleo y otros enérgicos. Al mismo tiempo, la utilización de gas, aunque no renovable pero abundante en Venezuela, por ser poco contaminante debe fortalecerse sin sacrificar las necesidades petroquímicas.

Sin embargo los derivados del petróleo, siguen contribuyendo en muy alto porcentaje en el paquete energético. Ello se debe a muchos factores entre los cuales destacan su relativo bajo costo, su facilidad de transporte y adaptabilidad a los más variados usos.

Dentro de la política energética, la política petrolera es de primerísima importancia para Venezuela no solamente por lo antes explicado sino por construir el petróleo y sus derivados más del 90% de nuestras exportaciones. Este aspecto se sale de la Política Energética propiamente dicha y debe considerarse dentro de la política de exportación. Entonces habría que ver al petróleo en dos aspectos: su participación dentro de la política energética nacional y como producto de exportación en competencia en el mercado internacional[1].  Ambos aspectos están relacionados, pues el consumo interno de derivados del petróleo compite, por decirlo así, con los volúmenes de exportación. En esta competencia hay buscar un justo equilibrio pues a mi manera de ver, no es justo castigar al pueblo consumidor elevando los precios de combustibles a los niveles del mercado internacional por dos razones: como país productor, nuestra  actividad económica debe beneficiarse con precios razonablemente bajos de los combustibles y porque nuestro ingreso per cápita es muy inferior al de los países industrializados. 

Nuestra política petrolera en lo fundamental se define en las leyes relativas a Petróleo y Gas Natural: todas las actividades de exploración, explotación, transporte, venta interna y exportación solo pueden ser ejercidas por el Estado que fija las políticas y las dicta a PDVSA a través del Ministerio de Energía y Minas. En esas actividades colaboran las empresas de servicio, sobre esta materia volveré más adelante.

En lo referente al campo internacional la política petrolera esta dirigida a la protección de los precios en el mercado de manera de obtener el mayor beneficio por barril exportado de crudos y productos. Esta ha sido una de las tareas de Venezuela en la OPEP: la defensa de los precios. Hemos tenido problemas y épocas difíciles, pero creo que la OPEP sigue teniendo vigencia la tendrá más en el futuro y que sin su contribución al equilibrio del mercado internacional se podría llegar a una situación caótica. Por lo tanto debemos mantenernos dentro de la OPEP procurando corregir las fallas que hoy presenta la organización. Dentro de lo limitado del tiempo no puedo extenderme sobre este importantísimo tema. 

En el continente Americano nuestra política se debe dirigir, por una parte, a la defensa de nuestros mercados en el Norte y por la otra, fortalecer la Organización Latinoamericana de Energía OLADE en nuestro esfuerzo hacia la integración latinoamericana, como lo ordena el Artículo 108 de nuestra Constitución.

Estas son algunas de las políticas fundamentales en el campo energético que creo que cuenta con el apoyo de la opinión pública del país.

Sin embargo recientemente ha surgido una especie de controversia alrededor de la nacionalización del sector hidrocarburos ante tesis de economía de mercado y privatización. Hay quienes opinan que PDVSA debe asociarse con empresas transnacionales desde las fases de exploración y producción como único medio de desarrollar el sector, dada la necesidad de grandes inversiones y la adquisición de tecnología para los metaprogramas de aumentos de producción que se vienen anunciando.

A mi manera de ver este asunto amerita análisis y estudios muy cuidadosos, pues está en juego nuestra soberanía y el futuro control de nuestra principalísima fuente de ingresos y el aprovisionamiento interno de combustibles y de materia prima para la Petroquímica ambas fundamentales para el progreso de Venezuela.

De paso quiero observar la importancia que tiene el ejercicio de la soberanía, término que para algunos no tiene significado, pero cuya vigencia no pasa, porque, en general es productor de la mística de trabajo por el país y además renunciar, a ese ejercicio en algo tan fundamental para Venezuela como es el petróleo, mediatiza la libertad de acción del país en el contexto internacional. El término soberanía encierra todo: desde la libertad política hasta la estabilidad económica, pasando por las garantías y seguridad social para todos los pobladores  de nuestra tierra.

He reflexionado mucho sobre esta materia y me surgen muchas preguntas. La primera seria: ¿A cuánto y a que velocidad debemos aumentar el potencial y la producción de hidrocarburos?

Para responder a esta pregunta habría que hacer estudios de la demanda futura y la evolución de los precios en el mercado petrolero internacional y la participación con que Venezuela podría contar en ese mercado, tarea por demás difícil y compleja que requiere el manejo de muchas incógnitas y variables fuera de nuestro control. No se puede tampoco ignorar que se investiga constantemente sobre fuentes energéticas no tradicionales y combustibles sintéticos. Hasta hoy no se ha llegado a su viabilidad, económica frente a los derivados del petróleo, pero el proceso debe ser observado de cerca e incluso participar en él, porque no es descartable que se produzca un “reventón” de nuevas fuentes que desplacen en un tiempo relativamente corte a los hidrocarburos.

Entonces creo que los programas de aumento de potencial y producción deben llevarse con cautela para que el riesgo de las inversiones sea el menor posible. Me parece que la ansiedad de procurar divisas puede empujar a programas precipitados y riesgosos.

Otra pregunta que me hago: ¿Le conviene al país regresar al pasado trayendo nuevamente las transnacionales?

Los partidarios de traer a la actividad petrolera en el país poderosas empresas, algunas de las cuales ya estuvieron en Venezuela durante sesenta años, argumentan que ahora sería diferente, porque no sería bajo régimen de concesiones sino de asociaciones, donde PDVSA, estaría de quien a quien porque es una empresa poderosa en el concierto internacional. Además, que no contamos con capital suficiente ni tecnología apropiada para los grandes desarrollos que se pretenden.

No creo que por el camino de las asociaciones o empresas mixtas el país tendrá más control y correr menos riesgo que en el régimen de concesiones. Concesión significa en principio un acto soberano por medio del cual se permite a una empresa operar en el país bajo una serie de condiciones impuestas por el Estado. Sin embargo no podemos ni debemos olvidar todo lo sucedido durante más de sesenta años de presencia de Venezuela de las transnacionales bajo el régimen de concesiones. Estuvimos ocupados económicamente y en forma indirecta dominados políticamente y limitados en el desarrollo.

No se como nuestra memoria es tan débil para no recordar las condiciones de vida para los venezolanos en los campos petroleros en comparación con los de afuera; la prepotencia de muchos extranjeros a todos los niveles sobre los nativos; las ventajas para las compañías en la importación de toda clase de bienes y servicios; la explotación ruinosa de nuestros yacimiento, especialmente durante la 2da Guerra Mundial; el escamoteo de precios del petróleo para reducir a un mínimo sus obligaciones con el fisco; las condiciones de inferioridad y sumisión en que se mantenía a nuestros profesionales a menos que se sometieran a una fidelidad incondicional. Todo esto y mucho más es historia reciente que no puede ser borrada de la noche a la mañana y que fue sufrida por muchos profesionales, técnicos y obreros que hoy trabajan para PDVSA y sus empresas filiales. Y dentro de todo eso, la soberanía de nuestra Patria mediatizada bajo el poder político y militar de los países de origen de la transnacionales.

Quiero aclarar que a mi juicio toda esa situación no es achacable solo a las empresas, cuyo objetivo al fin y al cabo es el lucro; mucha responsabilidad corresponde al liderazgo del país que no supo o no quiso utilizar apropiadamente el régimen de concesiones. Pero hay que observar que las transnacionales son las mismas que sus objetivos son iguales, siguen apoyándose de una manera u otra en el poder de sus países de origen y sus interés, como es natural, no coinciden con los intereses de los pueblos en los países donde operen.

Después de años de lucha llegamos a la nacionalización y hoy en día hemos logrado lo que algunos escépticos consideraban imposible: manejar exitosamente nuestra industria petrolera. Sin embargo en la Ley de Nacionalización se dejo la rendija del Artículo 5º que tarde o temprano serviría para el regreso de las transnacionales. Bastó que la deuda externa nos estrangulara y que la corrupción consumiera nuestros ingresos provenientes del petróleo, para que se viera en el Artículo 5º la tabla de salvación: asociarnos con empresas extranjeras para que ayuden a explotar y vender nuestro petróleo, gracias al aporte de su capital y tecnología.

Hasta hace poco tiempo PDVSA aseguraba poseer suficiente capacidad financiera para los programas de expansión y se decía tecnológicamente capaz para explotar, transportar, refinar y comercializar aún los petroleros pesados de la Faja del Orinoco, gracias a los desarrollos tecnológicos logrados por INTEVEP ¿Qué ha pasado con esto? De repente estamos desarmados. Sin la ayuda de otros no podemos movernos hacia el futuro; aun la comercialización decía tenerla asegurada a través de la llamada internacionalización al haberse asociado PDVSA con empresas en los países industrializados para llevar los productos hasta los consumidores, asegurando la colocación de nuestros crudos en las refinerías.
 
Este cambio de actitud exige una clara explicación ¿Era falso todo lo que se pregonaba o es que ahora la política económica del gobierno de libre competencia internacional, apertura incondicional a inversiones foráneas, privatización, abre el camino fácil de asociarnos aunque sacrifiquemos nuestra libertad de decisión y nuestra soberanía, en procura de divisas?. Altos directivos empresariales han llegado hasta aconsejar la privatización de toda nuestra industria petrolera.

Yo sinceramente creo, con la misma convicción que tuve en el éxito de una verdadera nacionalización, que PDVSA y sus filiales, con el apoyo de INTEVEP y de las empresas de servicio venezolanas, cuenta con capacidad suficiente para llevar hacia delante nuestra industria petrolera, según programas de desarrollo realistas y de acuerdo con perspectivas racionales del mercado petrolero internacional. En esas bases no será difícil obtener el financiamiento necesario, ya que se trata de un negocio ampliamente rentable que puede responder con toda la responsabilidad ante la banca internacional, si fuese el caso que los recursos de PDVSA sean insuficientes para autofinanciarse.

Para actuar en ese camino es necesario integrar más las empresas petroleras al acontecer económico del país. El petróleo es patrimonio de todos los venezolanos y no propiedad de las empresas que a veces actúan como un Estado dentro del Estado. El pueblo venezolano delega su soberanía sobre el petróleo en el gobierno, quien debe trazar políticas que serán llevadas a la práctica por PDVSA y sus filiales. Las operaciones y administración de PDVSA son en general bien conducidas, pero debe cuidarse de los vicios del despilfarro, corrupción y gastos superfluos que pueden debilitar su confiabilidad ante la nación. Creo en críticas sanas a la Industria, pero no aquéllas que van dirigidas simplemente a desacreditarla para hacerla posible presa de la privatización.

Estas son mis reflexiones sobre tan importante materia, donde están en juego los más altos interés del país y de todos los venezolanos, particularmente de quienes trabajan en nuestras empresas petroleras. Estoy seguro que muchos de ellos comparten en silencio estas preocupaciones.


[1] Negrillas resaltadas posteriormente (Marzo,2013) por C. Quintini

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